sábado, 16 de mayo de 2009

Antes había una fuente. De tarada que soy me caí y él me rescató. Ahí nos conocimos. Antes yo era una nena asustada y peleadora. El me trató como una princesa, me dio cosas con las que nunca había soñado. Antes él era un nene bien, vivía en una burbuja, yo le abrí los ojos, y él me enseñó a amar. Antes él se equivocó y me rompió el corazón. Yo me equivoqué y le rompí el corazón. Antes no sabía lo que era el amor, y ahora no puedo vivir sin él.
Si uno sabe la que se viene y la puede evitar, mejor ¿no? Si sabes de antemano que el bondi al que te subiste va a chocar ¿te subís?
Si sabes que se viene un huracán ¿no te escondes veinte metros bajo tierra para evitarlo?
Cuando uno ve venir el quilombo tiene dos alternativas. Ir y ponerle el pecho, jugarse, o retirarse de un round que uno ya sabe desde antes que va a perder por knock out.
Si sabes que te van a atacar mejor atacar antes ¿no? El que pega primero pega dos veces.
Si ves venir la piña, mejor anticiparse ¿no?
Si sabes que te quieren meter en cana ¿No es mejor escapar? ¿No dicen que si rajas servís para otra guerra?
Si sabes que te van a cortar el rostro, mejor ni tirarse a la pileta ¿no? Si sabes que te van a decir que no, ¿para qué preguntar?
Pero ¿y si te equivocas y te retiras de la cancha pero tenías muchas chances para ganar? ¿Y si atacas antes de que te ataquen pero en realidad nadie te iba a atacar? ¿Si te escapas de gusto porque nadie te iba a encerrar en ningún lado? ¿Y si vos decís que no antes de que te corten el rostro pero en realidad el otro quería decir si? ¿Y si dejas antes de que te dejen para no sufrir? Y resulta que no te iban a dejar.
Cuando me la veo venir, cuando siento que se viene la guillotina, yo no soy de las que pone la cara para el cachetazo. Es muy cobarde, ya sé. Pero es tan grande el dolor cuando te dejan que mejor dejar antes de ser dejado.
¿Por qué nos lastimamos tanto? ¿Por qué la persona que más debería quererte es, a veces, tu peor enemigo?
Todo el mundo lastima. Pero ¿por qué? ¿Por qué será? Lo demostremos o no, hay gestos, palabras y silencios que nos hieren profundamente. La gente es egoísta. Piensan en sí mismos y lastiman a los demás. Pero duele más cuando el golpe viene de un ser querido. ¿Por qué nos lastimamos así? Es como si el hecho de sufrir por alguien fuera la medida de cuánto lo amamos. Y a veces algunos hasta se sienten bien viéndonos sufrir por ellos. Eso los hace sentir... amados. ¿Pero por qué? ¿Por qué son así, esponja?. Es horrible. Es como si la persona que más amás fuera tu peor enemigo. ¿Qué? ¿Qué? Es así. La persona que más debería cuidarte, amarte, mimarte... es la que más te lastima.

viernes, 8 de agosto de 2008

A medida que pasa el tiempo, te das cuenta de cómo van cambiando las cosas. El día de hoy, ya no crees lo mismo que pensabas ayer. Lo que sientes hoy, es diferente a lo que sentiste tiempo atrás. Las personas que quisiste, o creíste hacerlo, ahora pasan a ser parte de tus recuerdos, y todos esos "te quiero", o "eres el amor de mi vida", te das cuenta que no son cierto. ¿A cuántos se los dijiste, y pensaste que era la persona indicada? Sí, fueron muchos quizás, y sí, te equivocaste. Porque el día de hoy te diste cuenta de que esa persona que creíste querer, ya no está, que la persona que pensabas que era el amor de tu vida, ya ni siquiera se te cruza por la cabeza. Y es que las personas cambian, el tiempo avanza, los sentimientos varían y cada día, con cada cosa que te pasa aprendes algo, que influye en tu manera de ver la vida. ¿Cuántas veces sentiste que se te venía el mundo abajo porque la persona que creías amar se marchaba de tu vida? ¿Qué hiciste? Lloraste, pataleaste, sufriste, te amargaste. Pero el tiempo pasó, y poco a poco la herida sanó. Conociste a otra persona que te devolvió la alegría, la esperanza, la ilusión y ese sentimiento que tanto querías enterrar, renació. Volviste a sentirte con vida, volviste a creer en el amor. Pero ya no era la misma persona, era otra. Y pudiste decir de nuevo, "te quiero mi amor". ¡Cómo es de irónica la vida! Muchas veces nos tropezamos y nos golpeamos tan fuerte que quedamos inconscientes. Pensamos que ya nada tiene sentido, el motor de vida se apaga, te viene el desgano, la rabia, la impotencia, la desilusión y la decepción. Juras no volverte a enamorar. Empiezas a desconfiar, empiezas por jugar y pasarla bien, pero luego la ruleta de la vida te pone a otra persona que te devuelve todo aquello que te quitaron tiempo atrás y el ciclo se repite una y otra vez.